Después del reinado de Salomón, el pueblo judío se dividió en dos reinos: Judá o Reino del Sur, con la capital en Jerusalén; e Israel o Reino del Norte, con la capital en Siquem (que más tarde se trasladó a Samaria).
Cada uno de los dos reinos sufrió el exilio en distintas ocasiones: Judá a manos de Babilonia; e Israel a manos de Siria. La diferencia entre ambos es que los habitantes de Judá lograron restablecerse sin mezclarse con otras razas, mientras Israel se unió con otros pueblos al regresar del exilio.
Esto hizo quelos habitantes de Judá dejaran de considerar a los samaritanos como judíos auténticos. De igual manera, los samaritanos dejaron de considerar obligatorio el culto en el Templo de Jerusalén, dando culto a Dios en el monte Garizim.
Los samaritanos creían en Jehová como único Dios, consideraban a Moisés como el profeta por excelencia y observaban la Ley de la Toráh; pero no reconocían el Talmud (tradición oral judía), ni los Profetas, ni los libros escritos (Salmos, proverbios, Ruth, Esther, etc). Si creían en la venida del Mesías.
En el tiempo que Jesús llevó adelante su ministerio, las relaciones entre judíos y samaritanos eran tensas y conflictivas, llegando hasta el odio y la intolerancia. Muchos judíos cuando viajaban evitaban pasar por Samaria dando una vuelta, iban por Perea. No había automóvil lo que hacia que las distancias fueran largas y agregaban días de caminata para no pasar por Samaria, estos viajes se hacia por razones comerciales o para ir al Templo de Jerusalén en las fiestas judías.
Hay tres pasajes en los evangelios donde se habla de los samaritanos.
En Lucas 9: 51-56 relata que en uno de sus viajes, Jesús envió mensajeros delante de Él a un pueblo de Samaria para que le prepararan posada, los samaritanos de ese pueblo se negaron a recibirle, porque iba hacia Jerusalén (por tanto, era judío)… y Santiago y Juan le preguntaron:
“54 Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo y los consuma? 55 Entonces volviéndose él, los reprendió, diciendo: Vosotros no sabéis de qué espíritu sois; 56 porque el Hijo del Hombre no ha venido para perder las almas de los hombres, sino para salvarlas. Y se fueron a otra aldea”.
En Juan 4: 1-42 Jesús iba de Judea hacia Galilea y se detiene en Sicar (Samaria) mientras los discípulos van a comprar comida. Él se queda junto al pozo (el pozo de Jacob) conversando con una mujer, sorprendida de que Jesús, un judío le pidiera agua a ella que era samaritana.
21.Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre.
22. Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos.
23. Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.
24. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.
25. Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas las cosas.
26. Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo.
Por último veamos el siguiente pasaje en Lucas 10, 25-37
![El_bon_samarità_(1838),_de_Pelegrí_Clavé_i_Roquer](https://laluzdelapalabrablog.wordpress.com/wp-content/uploads/2018/02/el_bon_samaritc3a0_1838_de_pelegrc3ad_clavc3a9_i_roquer.jpg?w=700)
Y he aquí un intérprete de la ley se levantó y dijo, para probarle: Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna?
El le dijo: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees?
Aquél, respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo.
Y le dijo: Bien has respondido; haz esto, y vivirás.
Pero él, queriendo justificarse a sí mismo, dijo a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo?Respondiendo Jesús, dijo: Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto.
Aconteció que descendió un sacerdote por aquel camino, y viéndole, pasó de largo.
Asimismo un levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, pasó de largo.
Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia;
y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él.
Otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al mesonero, y le dijo: Cuídamele; y todo lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese.
¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones?
El dijo: El que usó de misericordia con él. Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo.
Jesús utiliza a un samaritano como ejemplo para mostrarle a un escriba, un legista judío que “prójimo” no es el que comparte mis ideas, mi creencia o mi status social, sino todo aquel que necesite mi ayuda.